Y se preocupan porque no pongo entusiasmo en algo, porque no me apasiona nada. Y se llenan hablando de mi rutina como si fuera absurda, porque están orgullosos de ocupar el lugar que les corresponde según el sistema. Y me miran como si estuviera perdida, porque definitivamente ellos son los que están bien, siguiendo un plan de hacer todos los días lo que no les gusta hacer, sólo para cuando llegue la noche poder decir “Lo hice otra vez, por ustedes, por nosotros. Yo estoy bien, vos estás mal” Si mamá y papá pusieran en sus días el amor y la fuerza que yo puse en cada una de estas cien páginas, vivirían de otra manera. Es un solo documento que puede hacer en la primer leída que se traguen sus palabras, pero me reservo. Porque esto es sólo mío, y soy egoísta, es mío y de unos poco, y no lo doy a conocer. Y escribo por mí, para satisfacer mi ego, porque así soy yo. Y pongo mis fuerzas en esto, y soy constante en lo que hago. Y puedo recibir mil críticas, pero no va a importarme. En tiempos de dolor los demás buscan algo en qué aferrase, como estúpidos eligen personas como sostén, y cuando se desmorona uno, se desmoronan ambos. Otros se aferran a cosas efímeras, y se vuelven codiciosos. Yo busqué y busqué algo en qué aferrarme y lo encontré. Ahora nadie puede desarraigarme de esto. Pasaré horas, escribiré, me equivocaré y borraré cien veces. Y estoy dispuesta a hacerlo, porque me llena el alma. Y no sé si estoy haciendo las cosas bien o mal, solamente sé que estoy riendo cuando otros están llorando, que mientras duermo pienso y proyecto, mientras que otros tienen
pesadillas. Estoy exprimiendo lo bueno de lo malo, y lo malo de lo bueno todos los días. Y por fin siento que soy buena en algo.


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